V.O. 278. FEMINISMO

Carmen Alborch nació el 31 de octubre de 1947 en Castellón de Rugat.

Cuando apenas tenía un año, sus padres, Rafael Alborch Portell y Vicenta Bataller Soler, se trasladaron a Valencia. Carmen estudió Derecho y se licenció en 1970, doctorándose cum laude en 1973. En la Universidad trabajó como profesora titular de Derecho Mercantil y, más tarde, fue decana con 37 años. Su paso por dicha Universidad marcó la experiencia vital de una joven que llegó a esas aulas en un momento en el que era extraño que las chicas estudiaran esa carrera, y que se sintió afortunada de pertenecer a la generación del 68. Durante esa etapa luchó desde el activismo y la rebeldía contra la dictadura y por la democracia, y además descubrió el feminismo cuando una compañera le prestó “El segundo sexo”, de Simone de Beauvoir. Un feminismo que, según confesaba, le cambió la vida y le llevó a implicarse en el nacimiento de las primeras asociaciones de mujeres a principios de los setenta, que reclamaban la despenalización del adulterio, del aborto o del divorcio, y a practicarlo con pasión también desde los espacios de poder donde estuvo. Durante toda su trayectoria pública fue una incansable luchadora por los derechos de las mujeres y la igualdad. 

Alborch entró en política en 1987, cuando a punto de irse a Nueva York para estudiar propiedad intelectual le llamó el entonces conseller de Cultura de la Generalitat Valenciana, Ciprià Císcar, para ofrecerle la Dirección General de Cultura, y decidió cambiar el decanato de la Facultad de Derecho por la Conselleria. Poco después pasó a dirigir un museo que daba sus primeros pasos, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), donde apoyó las vanguardias y que dejó en 1993 para ser la primera ministra de Cultura de la democracia en el Ejecutivo de Felipe González en calidad de independiente, pues no se afilió al PSOE hasta el año 2000. Al frente del departamento de Cultura, Alborch promulgó en 1994 la “Ley de Protección y Fomento de la Cinematografía”, que tenía como objetivo fomentar un cine español más competitivo y con una conciencia industrial desarrollada. Una norma que, en sus palabras, “no fue nada fácil por tratar de implicar a todas las voces”, y que recordaba como uno de los mejores recuerdos de su gestión. De esa etapa, en la que hubo quienes la calificaron como “ministra pop” o “ministra Almodóvar”, recordaba los murmullos que se despertaron cuando llegó al Congreso de los Diputados con su melena rojiza, un rasgo que siempre la acompañaría, al igual que su amplia sonrisa. Posteriormente encadenó varias legislaturas como diputada y senadora, e incluso en 2007 el PSPV-PSOE la buscó para que su tirón popular derrotara en la alcaldía de Valencia a una Rita Barberá que llevaba dieciséis años de alcaldesa: un “efecto Alborch” que no se logró y que supuso un momento duro para ella. En todas sus responsabilidades trabajó por avanzar en una igualdad donde todavía existen, según aseguraba, “las brechas y los infiernos”, y de hecho confesó que la primera y la única vez que lloró en el Congreso de los Diputados fue cuando se aprobó la ley contra la violencia de género de 2004. Dejó la primera línea de la política tras las elecciones generales de 2016 y se reincorporó como profesora honoraria a la Universitat de València, donde volvió a cerrar un círculo y desveló uno de sus aprendizajes vitales: “El profundo secreto de la alegría es la resistencia”.  Autora de varios libros dedicados a las mujeres y el feminismo, como la trilogía que forman “Solas”, “Malas” y “Libres”, Carmen Alborch recibió numerosos galardones por su lucha por la igualdad, y en los últimos meses fue objeto de varios homenajes. El último, el pasado 9 de octubre de 2018, recogiendo la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, donde reivindicó que el feminismo debería ser declarado patrimonio inmaterial de la humanidad y confesó cuál sería su motivación vital “hasta el último suspiro y hasta el último día: luchar por hacer un mundo mejor”. Dos semanas después fallecía con 70 años de edad. Que disfruten con la lectura.

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