V.O 308. Ecologismo
Versión Original, la única revista temática de cine, ha publicado monográficos relacionados con los géneros canónicos a lo largo de casi tres décadas, pero también ha procurado mantenerse cerca del presente y de aquellos temas que considera que exigen compromiso y atención. Este es el caso del ejemplar dedicado al Ecologismo en el Cine que aquí os presentamos. Son los retos medioambientales a los que actualmente nos enfrentamos y las preocupaciones ligadas a ellos los que han suscitado la necesaria atención de esta publicación en papel, que además cuenta con los certificados responsables de sostenibilidad relacionados con la procedencia de la materia prima y su tratamiento.
La decisión de publicar el presente monográfico en noviembre se debe al deseo de unirnos a la celebración anual del Día Mundial de la Ecología durante el primer día de dicho mes, fecha esta que persigue el propósito de hacer reflexionar sobre la importancia de conocer y valorar las relaciones que existen entre los seres vivos y su medio, así como de sensibilizar a la comunidad de la necesidad de mantener una relación de armonía con el medio ambiente. Es evidente que estamos en un momento clave para nuestro planeta y que la sociedad es cada vez más consciente de ello. La prueba es que, a escala global, el cambio climático se está consolidando como una de las principales preocupaciones de la ciudadanía. Ante esta situación no debemos confundir dos disciplinas diferentes, si bien complementarias, que a veces se usan indistintamente: ecología y ecologismo. La ecología es la ciencia que estudia los ecosistemas, es decir, la combinación de especies (incluyendo al ser humano) y el medio ambiente en el que habitan, así como las interacciones entre ellos; mientras que el ecologismo es el movimiento sociopolítico que se preocupa por la protección de la naturaleza. Por tanto, la ecología es la ciencia de la que bebe el ecologismo cuando trabaja para conseguir ese mundo ambiental y socialmente justo al que aspira. Un mundo en el que todas las personas tengan acceso a aire y agua limpios y a sistemas de producción de alimentos que no agoten los recursos naturales, sino que funcionen con energía limpia y renovable. Un mundo, en definitiva, en el que la vida esté en el centro, en el que su cuidado y promoción sean el verdadero objetivo de todas nuestras actividades.
La lucha frente a la contaminación y destrucción del medio ambiente también implica una ineludible labor de concienciación sobre la necesidad de conservar nuestro entorno. Sin embargo, aunque se hayan conseguido algunos progresos, todavía queda un largo camino por andar. Sin duda, el cine es uno de los medios que más se están empleando en los últimos tiempos para hacer llegar al público ideas medioambientales, ya que el lenguaje cinematográfico tiene mucho de emocional y, a través del mismo, abre una vía que posiblemente sea más efectiva que la racional a la hora de hablar directamente a la conciencia humana.
Desde su nacimiento, el cine ha sido el más poderoso vehículo de transmisión de conocimientos y de culturas, aportando a sus espectadores infinitas posibilidades de encuentro con paisajes, naturaleza, lugares y costumbres. Muchas han sido las películas que han mostrado tanto la belleza como la degradación de la naturaleza y, entre ellas, se encuentran las seleccionadas para este número: Hedora, la burbuja tóxica(Yoshimitsu Banno, 1971) por Juan M. Corral, El oso (Jean-Jaques Annaud, 1988) por Raquel Abad y Fco. Javier Millán, La selva esmeralda(John Boorman, 1985) por Pablo Pérez Rubio, Muerte en los pantanos (Nicholas Ray, Budd Schulberg, 1958) por David Felipe Arranz, Aniquilación (Alex Garland, 2018) por Javi Aurre, El secreto de la isla de las focas (John Sayles, 1994) por Francisco Mateos Roco, Little Forest(Yim Soon-rye, 2018) por Ángeles Pérez Matas, The Host (Bong Joon-ho, 2006) por Guillermo Triguero, Le vent tourne (Bettina Oberli, 2018) por Manuel R. Avís, El río que nos lleva (Antonio del Real, 1988) por Juan Luis Montousse, Nausicaä del Valle del Viento (Hayao Miyazaki, 1984) por María Medina, Aguas oscuras (Todd Haynes, 2019) por Jorge Capote, Avatar (James Cameron, 2009) por Rodrigo Arizaga Iturralde, Jugando en los campos del Señor (Héctor Babenco, 1991) por Francisco Collado, Las aventuras de Jeremiah Jonhson (Sidney Pollack, 1972) por Blanca Rodríguez, Pompoko (Isao Takahata, 1994) por David García Reyes, Alma salvaje (Jean-Marc Vallée, 2014) por Sonia Sánchez, Río salvaje (Elia Kazan, 1960) por Pedro García Cueto y Pocahontas (Mike Gabriel, Eric Goldberg, 1995) por Diego J. Corral.; sin que tampoco este ejemplar se olvide de que han sido los documentales los más utilizados como denuncia, por lo que igualmente ofrece una muestra de todos aquellos que han venido abogando por la defensa directa del medio ambiente: Fata Morgana (Werner Herzog, 1971) y Lecciones en la oscuridad (Werner Herzog, 1992) por Adolfo Monje Justo, Una verdad incómoda (Davis Guggenheim, 2006) por Pedro Triguero-Lizana, Angry Inuk (Alethea Arnaquq-Baril, 2016) por Manuel Pozo, La sal de la tierra (Wim Wenders, Juliano Ribeiro, 2014) por Alejandro González Clemente, How to Change the Word(Jerry Rothwell, 2015) por Alfonso Pérez Martín y Santuario (Álvaro Longoria, 2019) por José Manuel Rodríguez Pizarro. Que disfruten de y con la lectura.