V.O 316. La Suerte
La suerte ha sido siempre un tema recurrente en muchos de los argumentos de la historia del Cine. Casi todos recordamos alguna película en la que,por un golpe del destino, el protagonista se convierte en un ser afortunado y, por el contrario, también podemos acordarnos fácilmente de otras en las que es el azar el que desencadena las desgracias que sufren sus personajes principales. En el presente número 316 de Versión Original se recomiendan veintinueve películas escogidas entre las innumerables producciones cinematográficas que este estudio podría albergar, recomendaciones que han sido escritas con el deseo y con la ilusión de que disfrutéis con y de su lectura.
En el cine español existen grandes filmes donde la buena y la mala suerte sorprenden a sus actores, de los que es ejemplo Un millón en la basura (José María Forqué, 1967). En ella el añorado José Luis López Vázquez interpreta a un humilde barrendero que un día encuentra un millón de pesetas en un cubo de basura. No sabemos si José Luis López Vázquez fue un hombre afortunado en vida, pero no tenemos ninguna duda de que fue uno de los grandes actores de la historia de la cinematografía española y, al cumplirse este año el centenario de su nacimiento, es nuestro deseo celebrar la suerte que todos hemos tenido de poder presenciar sus actuaciones y, en agradecimiento, queremos dedicar este estudio a su carrera y a su extensa filmografía, las cuales abarcan 262 títulos de cine y televisión, entre los que se hallan tanto comedias de puro consumo como algunos de los grandes clásicos del cine español.
Nacido en Madrid el 11 de marzo de 1922, su padre, funcionario de Justicia, y su madre, modista, se separaron al poco de su nacimiento. En sus inicios se inclinaba más por el dibujo que por la interpretación y en 1940, cuando aún no había llegado a la mayoría de edad, el director José López Rubio lo fichó como figurinista para la ambiciosa producción Sucedió en Damasco (1941). Según Luis Lorente, su biógrafo, Herreros le dio el consejo de su vida cuando le dijo que lo suyo era la actuación. Su carrera en la gran pantalla comenzó gracias a su amigo José María Rodero, quien, como participaba en Esa pareja feliz (1951), la primera película que codirigían unos prometedores directores recién titulados en la Escuela de Cine, Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, le avisó de que se buscaba a un sustituto para un figurante del que no sacaban partido. Ya entonces López Vázquez formaba parte de la compañía del Teatro María Guerrero, en la que había ingresado de la mano de su director, Luis Escobar, su futuro padre de ficción en la trilogía de La escopeta nacional. Sus dos primeras películas como protagonista fueron el El pisito (1958) de Marco Ferreri y Se vende un tranvía (1959) de Juan Estelrich, las dos con guión de Rafael Azcona.
José Luis López Vázquez fue un grandísimo actor, asombrosamente prolífico e incansable trabajador de la interpretación. No fue reconocido por cierta crítica, si bien, cuando obtuvo el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos en 1967 por Peppermint frappé (Carlos Saura), ya se había echado a las espaldas más de 30 años de trabajos teatrales como escenógrafo, figurinista y actor. Entre 1960 y 1977 participó en 96 obras, algunas de ellas obras maestras (Plácido y El verdugo de Berlanga, dos de las más importantes de la historia del cine español), grandes películas (El inquilino de Nieves Conde, Los tramposos y Los económicamente débiles de Lazaga, 091: policía al habla de Forqué, Tres de la Cruz Roja y La gran familia de Palacios, Los pedigüeños de Leblanc, Los palomos de Fernán Gómez), más enormes películas, como Atraco a las tres de Forqué, e inmensos éxitos del cine más popular (Un vampiro para dos, Operación Plus Ultra, Sor Citroën, Los guardiamarinas y Los chicos del Preu de Lazaga, Operación secretaria, Operación cabaretera y 40 grados a la sombra de Ozores). En papeles más serios, es decir, dramáticos, actuó a las órdenes de Saura (El jardín de las delicias, La prima Angélica), Mercero (La cabina), Olea (El bosque del lobo), Armiñán (Mi querida señorita), Gutiérrez Aragón (Habla, mudita), Camus (La colmena, La forja de un rebelde) y Molina (Esquilache). Con Berlanga, el director que junto a Forqué y Lazaga sacó lo mejor de su genio interpretativo, compartió Vivan los novios, La escopeta nacional, Patrimonio nacional, Moros y cristianos, Todos a la cárcel. Las últimas películas que interpretó fueron de Lazaga (El turismo es un gran invento, No firmes más letras, cielo) de Forqué (La cera virgen, Una pareja… distinta), más algún Ozores enderezado por Alfonso Paso(¡Como está el servicio!) o Aguirre (El astronauta). La tentación hollywoodense le llegó entre 1972 y 1973, dos años clave en su carrera. Solo en 1970 había rodado once películas, otras diez al año siguiente y diez más en 1972, incluyendo el histórico mediometraje La cabina. De este último año son las mencionadas Mi querida señorita -reconocida como la película con la mejor interpretación del actor- y Viajes con mi tía. Con la primera, dirigida por Jaime de Armiñán, cautivó al realizador de la segunda: George Cukor. Fue él quien, tras admirar su composición de Adela en Mi querida señorita y dirigirlo en Viajes con mi tía, afirmó que José Luis López Vázquez era «el mejor actor del mundo». George Cukor presentó a José Luis López Vázquez a Frank Capra y a Billy Wilder.
Cómico por excelencia, Berlanga decía de él que no había conocido a otro actor con su capacidad de improvisación, Pedro Olea le definió como el Jack Lemmon español y George Cukor estaba convencido de que si hubiese hablado inglés se habría convertido en una estrella internacional. Aunque no recibió ningún Goya al mejor actor, en 2005 la Academia de Cine saldó su deuda concediéndole un Goya de Honor, y también obtuvo otros reconocimientos como la Medalla de Oro de Bellas Artes (1985) o el Premio Nacional de Teatro (2002).
A la memoria de José Luis López Vázquez, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo.