V.O 325. Museos

En su 30 aniversario, la revista de cine Versión Original deseaba publicar un estudio dedicado a “Museos en el Cine” para sumarse así a la celebración del Día Internacional que fomenta el Consejo Internacional de Museos (ICOM), cuyo objetivo es concienciar a las personas acerca de la relevancia que tienen estos espacios en la divulgación del conocimiento y de la cultura universal de la humanidad. El tema del Día Internacional en este 2023 es “Museos, sostenibilidad y bienestar”. Estos edificios del arte contribuyen de manera fundamental al bienestar y al desarrollo sostenible de nuestras comunidades. Como instituciones de confianza e importantes hilos en nuestro tejido social compartido, están en una posición única para crear un efecto cascada que fomente el cambio positivo. Los museos pueden contribuir de muchas maneras a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: desde el apoyo a la acción climática hasta el fomento de la inclusión, pasando por la lucha contra el aislamiento social y la mejora de la salud mental.

Museos en el Cine será el número 325 de Versión Original, que incluirá recomendaciones de películas donde estas instalaciones de la cultura tienen una presencia reconocible -tanto el edificio como sus dependencias- junto a textos que reflexionan cómo el séptimo arte ha admirado estos espacios y las obras que albergan. En este estudio se podrían incluir cientos de películas, de todas ellas los colaboradores de Versión Originalhan seleccionado veintiséis en las que el museo no es un simple escenario sino un personaje principal, en cuyos pasillos y estancias transcurren y finalizan persecuciones, donde sus trabajadores también son protagonistas de los filmes, en los que grandes artistas trabajan para que sus obras puedan ser expuestas y compartidas, donde matrimonios en crisis hacen turismo cultural en busca de una posible reconciliación, donde desequilibrados personajes comenten sus asesinatos en presencia de figuras y objetos modelados con cera, donde los intelectuales encuentran el perfecto escenario para demostrar sus amplios conocimientos, en los que los jóvenes simplemente se entregan a la felicidad de pasar un buen rato y en cuyas salas los ladrones se afanan por sustraer las obras de mayor valor. 

Muchos son los directores que  admiran los museos y que han contribuido a que se les reconozca como importantes divulgadores de la historia de la humanidad. Por ejemplo, Jim Jarmusch, en Los límites del control (2009): un hombre misterioso que vive al margen de la ley llega a Madrid y visita el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía poniendo atención en tres cuadros: El violín (1916) de Juan Gris, Desnudo femenino (1922) de Roberto Fernández Balbuena, y Gran sábana (1968) de Antoni Tàpies. Cada uno de ellos funciona como referencia -y reafirmación- de momentos visuales -precedentes o posteriores- del filme. Danny Boyle, En trance (2013): el cuadro robado en la película es Vuelo de brujas (1797) de Francisco de Goya, perteneciente al Museo Nacional del Prado. Brian De Palma, en Vestida para matar (1980): aquí aparece una secuencia desarrollada supuestamente en el Museo Metropolitano de Nueva York, si bien, parece ser que, como no fueron otorgados los permisos de filmación en el interior de las salas del Met, las tomas son en realidad de las galerías del Museo de Arte de Filadelfia. Gran parte de la película Vestida para matar es un homenaje a Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958), en particular, la secuencia donde la actriz Kim Novak contempla apaciblemente una pintura -el falso retrato de Carlotta Valdes- mientras es acechada por el personaje interpretado por James Stewart; la escena fue filmada en el Museo de Bellas Artes de San Francisco, pero la pintura en cuestión no forma parte de la colección, ya que fue realizada para cumplir con el argumento de la película. Del maestro del suspense también tenemos Cortina rasgada (1966): Paul Newmam y Julie Andrews recorren el Museo de Pérgamo de Berlín con las sombras y el ruido de los pasos en la soledad de las salas. Howard Hawks, en La fiera de mi niña (1938): un joven y algo apocado científico que trabaja en el Museo de Historia Natural de Nueva York ha dedicado cuatro largos años a la reconstrucción del esqueleto de un brontosaurio, ahora, para completar su trabajo, el museo necesita fondos urgentemente que le permitan continuar con sus investigaciones. Alain Resnais, en Hiroshima mon amour (1959), muestra la fachada, las escaleras, las obras -fotografías y maquetas- y los visitantes que pasean y contemplan las reconstrucciones de la tragedia de 1945 en el Museo Memorial de la Paz de Hirosima, fundado en 1955 para convertirse en memoria colectiva de una ciudad doliente. Woody Allen, en Match Point (2005): sus personajes tienen casuales y fatídicos encuentros en lugares turísticos de lujo: Notting Hill, las orillas del Támesis en Westminster, Bond Street, los teatros del West End y el Museo Nacional Británico de Arte Moderno de Londres. Fernando Colomo filma en Budapest La banda Picasso (2012), inspirándoseen el robo de La Gioconda perpetrado en el Museo Nacional del Louvre en 1911 y sobre la detención del pintor malagueño Pablo Picasso por parte de la Gendarmería francesa, que le atribuía formar parte de una banda extranjera de ladrones de arte. Philip Martin, en El falsificador (2014): el protagonista tiene que robar una pintura original de Monet, realizar una copia e intercambiarla por el original en el Museo de Bellas Artes de Boston. George Clooney dirige The Monuments Men (2014), donde una conservadora artística es obligada a ayudar a un oficial nazi a supervisar el robo de obras de arte de la Galería Nacional del Juego de Palma de París para destinarlas al Museo del Führer, proyecto que Adolf Hitler planeó construir en la ciudad austriaca de Linz. Tom Tykwer, en The International: Dinero en la sombra (2009): tiene una formidable escena en el Museo Solomon R. Gugghenheim de Nueva York; para su rodaje se construyó una réplica interior del edificio que tardó cuatro meses en materializarse. Peter Hewitt, en El atraco (2009): la mayor parte de las escenas fueron grabadas en el Museo de Arte de Worcester en el estado de Massachusetts. Bryan Goeres, en Golpe maestro (2004): una banda de ladrones entra en la sala de la exposición principal del Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Barcelona y roba un valioso cuadro de El Greco. Jannik Johansen, en Stealing Rembrandt (2002): un cuadro de Rembrandt titulado Retrato de una dama, junto a otra pintura de Bellini, fue robado del Museo de Arte de Nivaagaard de Dinamarca. Roger Michell, en El duque (2020), rememora el robo de Retrato del Duque de Wellington, de Francisco de Goya, de la Galería Nacional de Londres en 1961. Poco tiempo después un taxista de 60 años se confesó autor del robo, devolviendo la pintura, y reveló que su objetivo era ayudar a los más desfavorecidos con el dinero del rescate.

Seguro que a muchos de los directores que acabamos de mencionar les encantaría que los museos tuvieran salas de cine para que sus películas se integrasen en las colecciones artísticas de estas instituciones sin ánimo de lucro que ofrecen experiencias variadas para la educación, la reflexión y el intercambio de conocimientos. Es un deseo que compartimos y, entre tanto se hace realidad, esperamos que disfruten con y de la lectura.