V.O 336 AUTOBUSES

Autobús es una aféresis de la palabra griega autos y de la latina ómnibús. Ómnibus deriva del dueño de una tienda de sombreros, monsieur Omnès, quien, con un juego de palabras, llamó a su tienda Omnes Omnibus. La sombrerería estaba situada frente a una de las primeras estaciones de carruajes de Nantes (Francia) en 1823. Omnès es la resonancia en latín de omnes, que significa “todos”, y ómnibus, “para todos”. Los ciudadanos de Nantes poco después le dieron el apodo ómnibus al vehículo. Cuando el transporte tirado por caballos fue motorizado a partir de 1905, el ómnibus fue llamado autobús.

Un autobús, bus, ruta, camión, colectivo, flota, bondi, guagua, micro, villavesa u ómnibus es un vehículo diseñado para transportar numerosas personas a través de vías urbanas. Generalmente es usado en los servicios de transporte público urbano e interurbano y con trayecto fijo. La diferencia esencial entre un autocar y un autobús reside en la disposición interna de las plazas de los pasajeros. Los autocares están destinados a recorrer mayores distancias y alcanzar mayores velocidades. En cambio, los autobuses son vehículos de transporte público que reparten su aforo entre plazas sentadas y plazas de pie. 

En el presente estudio sobre este medio de transporte que está presente en nuestro día a día y en nuestros viajes, recomendaremos veintitrés películas en las que los autobuses o los autocares han sido su escenario o se han colado en algunas de sus escenas. En Sr. Gracias (Hiroshi Shimizu, 1936), el joven y apuesto conductor de un viejo autobús Ford, apreciado por todos por su amabilidad y buen hacer, va y viene cada día por la carretera de Amagi (Japón). Subida al cielo (Luis Buñuel, 1951) es una singular propuesta, que podríamos llamar bus movie, donde el maestro aragonés convierte el camión -como llaman en México a los autobuses- en protagonista relevante del relato, un personaje con nombre propio que sirve de casa y cama a Silvestre, el voluntarioso y alegre conductor dispuesto a adaptar la ruta a las necesidades de los viajeros. En Ocho horas de terror (Seijun Suzuki, 1957), un grupo de pasajeros, que está desesperado por llegar cuanto antes a Tokyo, acepta la alternativa de viajar en un destartalado autobús con destino a Hashimoto (Japón). En Sabotaje (Alfred Hitchcock, 1957), el autobús será el epicentro de la tragedia en una dilatada secuencia rodada con maestría y enorme precisión, en la que un joven viajará sin saberlo con un paquete que contiene una bomba hasta Piccadilly Circus (Londres). En Anita no pierde el tren (Ventura Pons, 2001), el autobús de la línea 39 ya no es un rutinario medio de transporte, sino símbolo y cómplice de las aventuras de Rosa María Sardá, encargado de abducirla y salvarla a tiempo en esas noches que se le confunden con sueños. El autobús de Montgomery (Alabama) se convirtió en El largo camino a casa (Richard Pearce, 1990) en el medio de protesta por la lucha de los derechos civiles después de que Rosa Parks, mujer negra y usuaria regular del sistema del transporte público, se negara a ceder su asiento a un pasajero blanco y fuera arrestada. Eureka (Shinji Aoyama, 2000) empieza en un entorno rural de Japón donde un autobús va recogiendo a una serie de pasajeros hasta que un hombre armado secuestra el vehículo con sus usuarios dentro. En La hora bruja (Jaime de Armiñán, 1985), una pareja de peliculeros recorre la Galicia rural en un autobús acondicionado como casa ambulante, que además sirve de escenario para su espectáculo de magia y cabina de proyección de cine clásico norteamericano en los pueblos que visitan. El autocar que el policía secuestra en medio de la ruta adquiere una especial relevancia en Ruta suicida (Clint Eastwood, 1974), porque, consciente de que todos los policías de Phoenix van a disparar contra él, lo blinda por dentro con planchas de acero soldadas con soplete. Priscilla es ese autobús que comienza siendo un cacharro viejo repleto de banderas suecas -con referencias constantes al gran grupo ABBA-, pero que termina por protagonizar un arco narrativo evolutivo propio de un personaje protagonista en Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (Stephan Elliot, 1994). La presencia del autobús urbano en Margaret (Kenneth Donnergan, 2011) apenas tiene lugar en dos o tres secuencias, pero su irrupción es clave en una historia que suscita un buen número de reflexiones y dilemas. En distintos autobuses viajará el anciano y enfermo protagonista de El inglés que cogió la maleta y se fue al fin del mundo (Gillies Mackinnon, 2021), provisto de su abono transporte y de una pequeña maleta que contiene sus pocas pertenencias y sus muchos recuerdos. En Mi amigo Dahmer (Marc Meyers, 2017), vemos que Jeffrey Dahmer viajaba a diario en autobuses cuando, siendo estudiante, asistía al Revere High School, cerca de Akron, en el estado de Ohio. El autobús atómico (The Atomic Bus, JamesFrawley, 1976) nace como respuesta al ramillete de películas catastrofistas que se rodaron en los setenta, su premisa es atractiva: un autobús atómico que puede viajar desde Nueva York a Denver sin repostar. En Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988), las hermanas protagonistas viajan cómplices, riendo y surcando el cielo, dentro del mullido y acogedor Gatobús, una de las escenas más entrañables y sin duda más gozosas del filme. En Super 8 (J.J. Abrams, 2011), un grupo de chicos de secundaria, que están rodando un cortometraje de zombies con la idea de presentarlo a un concurso, planifican sus proyectos viajando en un autobús escolar de color amarillento, adornado con líneas negras, que ya constituye uno más de los símbolos de Estados Unidos. En Speed (Jan de Bont, 1994), un joven policía de la ciudad de Los Ángeles se verá atrapado en un autobús urbano en el que hay una bomba que explotará si el vehículo reduce la velocidad a menos de 80 km/h. Un conductor de autobús recoge a un grupo de personas con destino a la población mexicana de San Juan, al que le espera un viaje plagado de inundaciones y deslizamientos de tierra, en The Wayward Bus (Victor Vicas, 1957). El padre del joven protagonista de Historia del Bronx (Robert De Niro, 1993) es un honrado conductor de autobús que sufre al ver a su hijo relacionándose con un conocido gánster. El secuestro de un autobús escolar es sin duda un motivo suficiente para que Harry el sucio (Dirty Harry, 1971) figure en este monográfico. En Un trabajo en Italia (Peter Collinson, 1969), una banda de ladrones perseguidos por la policía y la mafia intentan escapar con un cargamento de oro en un flamante autobús Big William. Un conductor de autobús inicia las rutinas diarias antes de ponerse al volante en Paterson (2016), una película llena de sensibilidad y poesía. En Jeepers Creepers 2 (Victor Salva, 2003), un autobús lleno de carnaza es el hábitat en el que, de una forma tan terrible como espectacular, el “creeper” –así se conoce al monstruo- puede dar rienda suelta a su imaginación y saciar su hambre a base de jóvenes. Y, en Bus Stop (Joshua Logan, 1950), el viaje se interrumpe por una inmensa nevada que bloquea el paso por carretera, lo que lleva a que los pasajeros y el conductor del autobús tengan que hacer una parada obligada. Que disfruten con y de la lectura.

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