V.O 341 MARIHUANA
Siempre he sido un firme defensor de la legalización del consumo de Marihuana y mis argumentos han tenido como base de mi opinión a la legalización del alcohol y a sus consecuencias. Partiendo de la indudable nocividad de todas las drogas, hay muchos estudios sobre el grado de adicción, sobre los efectos en la salud (física y mental) y, especialmente, sobre las consecuencias del consumo que comparan porros y priva.
A corto plazo, el consumo de alcohol puede provocar la muerte de un individuo o inducir un coma etílico, mientras que no existe riesgo de muerte en el consumo de marihuana. El organismo presenta varios problemas para metabolizar el alcohol, ya que esta sustancia afecta a varias zonas del cerebro, más en concreto, a la corteza cerebral, al cerebelo, al hipotálamo e hipófisis, al bulbo raquídeo y a la médula. Como resultado, el cerebro puede volverse incapaz de poner en funcionamiento las áreas que se encargan de la sobrevivencia. En el caso de la marihuana, las partes afectadas del cerebro son las neuronas (las células que procesan la información) y los neurotransmisores. Justamente, al igual que el tabaco, la marihuana se fuma y por ende, además del cerebro, su consumo afecta al sistema respiratorio y cardiovascular. Sin embargo, no existen registros sobre muertes directamente relacionadas con la marihuana, con su consumo o con una sobredosis.
A largo plazo, las consecuencias del consumo de alcohol son, otra vez, mucho peores que las del consumo de marihuana. Las del alcohol son bien conocidas por todos y conforman un enorme paquete de afecciones mortales: entre otras, enfermedades hepáticas, fibrosis de hígado y diversos tipos de cáncer; pero, además, están las más evidentes, las cuales la OMS recoge como causantes de muchos de los problemas sociales graves y de desarrollo: la violencia, el abandono infantil, el abuso y el absentismo laboral.
Finalmente, queda mencionar otra de las cosas que también se ha podido comprobar, que es que el alcohol es más adictivo que la marihuana: genera tres veces más dependencia, es seis veces más difícil dejar de consumirlo, se tolera cuatro veces más y es tres veces más tóxico que el cannabis o la marihuana. En España, si bien su uso recreativo está despenalizado, el consumo, la posesión y la compraventa de cannabis y hachís están prohibidas y castigadas por la ley, siendo legal únicamente el tener 100 gramos de cannabis siempre y cuando sea para autoconsumo en espacios privados o para consumo compartido en clubes sociales de cannabis. En aquellos países que decidieron legalizar la marihuana se ha demostrado su contribución de manera importante a la economía a través de los ingresos fiscales, las ventas y la creación de empleo. La introducción de prácticas de mercado reguladas y controladas ha facilitado una disminución en los costos de cumplimiento y en los gastos relacionados con la justicia penal (una partida muy importante). Además, la legalización ha permitido la implementación de medidas para garantizar el uso seguro y responsable de la marihuana.
La marihuana y el cine tienen una larga historia juntos. Lo podrán leer en este estudio, en el que se incluyen títulos que abarcan desde las primeras apariciones fílmicas de esta planta liberadora de dopamina hasta la actualidad. Pepe Alfaro nos recomienda Robo de joyas (William Diertele, 1932), que, por la entrada en vigor del Código Hays, la Warner tuvo que enterrar hasta el año 2012, momento en el que se destaparía para las nuevas generaciones una reliquia cinematográfica oculta durante casi ocho décadas. Raquel Abad escribe sobre Marihuana (Dwain Esper, 1936), una película que destaca por su mensaje moral contundente, típico de las explotations de la época: narra la historia de una joven que asiste a una fiesta en la playa con su novio y queda embarazada después de fumar marihuana con un grupo de chicas, mientras esa misma noche otra joven muere ahogada al bañarse desnuda en el océano. Dulce pájaro de juventud (Richard Brooks, 1962) es la obra elegida por Manuel Pozo, en ella una actriz madura, que no soporta envejecer, ha decidido huir con un joven prostituto para ser olvidada y autodestruirse a base de alcohol y marihuana. La película de Pablo Pérez Rubio es Easy Rider (Buscando mi destino) (Denis Hopper, 1969), en la que los caballos del Far West se transforman en motos de alta cilindrada que se alimentan de gasoil, las botellas de whisky lo hacen en porros de marihuana, el saloon en bar de carretera y el rancho en comuna hippie. Guillermo Triguero nos propone Juventud sin esperanza (Milos Forman, 1971), un filme que incluye una escena muy divertida que muestra una reunión de padres que han perdido cual consiste, ni más ni menos, en explicarles cómo se fuma un porro y probar lo que se siente: “Esto es un porro… Después de inhalar, coges el porro y se lo pasas a la persona que está sentada a tu lado. -No te lo quedes -repito -no te quedes el porro. A eso se llama picárselo, y es de muy mala educación”. Tinti Rebollo nos recuerda a un dúo de cómicos, Cheech y Chong, que protagonizaron cuatro largometrajes, Como humo se va (Lou Adler y Tommy Chong, 1978), Cómo flotas, tío (Tommy Chong, 1980), Vendemos chocolate (Tommy Chong, 1981) y Seguimos fumando (Tommy Chong, 1983), que mostraban en la gran pantalla a sus personajes ficticios de hippies fumados y perezosos que conectaban con la parte más gamberra de Estados Unidos y del resto del mundo. Roberto Penas escribe maravillas de El expreso de medianoche (Alan Parker, 1078), el filme basado en hechos reales que cuenta la pesadilla de un joven estadounidense que fue detenido en el aeropuerto de Estambul con varios paquetes de hachís. El argumento de la película de Bernardo Duarte, Lo que esconde Silver Lake (David Robert Mitchell; 2018), parece estar ubicado unas décadas atrás, en los años del flower power, del amor libre, de las drogas y de la búsqueda de un ideal común. La cultura hippie parece volver a sus tierras de antaño y la realidad de antes se traduce al ahora, donde la psicodelia sigue girando al ritmo de la marihuana. La película elegida por Diego J. Corral es Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000), que tiene una escena, convertida en una de las más reconocibles, que parodia un anuncio de cervezas Budweiser, lanzado en 1999, con gran protagonismo de la marihuana. Blanca Rodríguezselecciona El jardín de la alegría (Nigel Cole, 2003), donde la protagonista, tras enviudar y agobiada por insuperables dificultades económicas, decide transformar su invernadero de orquídeas en una plantación de marihuana. En Superfumados (Pineapple Express) (David Gordon Green, 2008), el filme elegido por Jorge Capote, Seth Rogen le compra la marihuana a James Franco, un camello que vende un nuevo tipo de hierba llamado “Pineapple Express” en honor a un fenómeno atmosférico. Rodrigo Arizaga opta por Salvajes (Oliver Stone, 2012), adaptación de la novela homónima de Don Winslow sobre la historia de dos amigos y socios de un negocio de cultivo de marihuana en California. Francisco Collado prefiere El postre de la alegría (Paulette) (Jérôme Enrico, 2012), en la que una anciana emprende un negocio con un grupo de amigas para llevar la felicidad a sus clientes por medio de unas recetas muy especiales. Marcelino Cotilla escoge un documental, Barcelonnabis (Andros Barroso y Vanessa Batista, 2014), que revela los vacíos legales a los que se enfrentan los consumidores de cannabis en España. Ángeles Pérez Matas se inclina por La mejor receta (John Goldschmidt, 2015), en la que un aprendiz de panadero, que también es camello, hace que la panadería donde trabaja mejore con la venta de brownies y croissants elaborados con un ingrediente secreto. Un filme colombiano, Pájaros de verano (Ciro Guerra y Cristina Gallego, 2018), es la propuesta de Adolfo Monje, que nos presenta la historia de una familia tradicional wayúu a la que le sacudirá de lleno el negocio de la marimba (término con el que denominaban en estas regiones a la marihuana). Un poeta, que necesita mantenerse fumado para estar en su máximo esplendor creativo, es el protagonista de The Beach Bum (Hermony Korine, 2019), película que nos comenta Laura Bueno. Javi Aurre selecciona The Gentlemen: Los señores de la mafia (Guy Ritchie, 2019), sobre el lucrativo imperio de marihuana levantado por un expatriado estadounidense en Reino Unido. Y Francisco Mateos Roco escribe sobre La ballena (The Whale) (Darren Aronofsky, 2022), que reserva una de sus escenas a mostrar las confidencias que puede desatar un par de buenas caladas.
También incluimos en el número 341 de Versión Original un suplemento que pretende relacionar la historia cannábica de España con su presencia en el Cine Español, una manera divertida de intentar entender cómo los fumetas han pasado del estigma al reconocimiento, y de reflejar cómo un hábito minoritario y contracultural se ha convertido en masivo y mainstream en apenas unas décadas. Para ello hemos recopilado información sobre el inicio del consumo de la marihuana en nuestro país hasta llegar a ser la sustancia prohibida más consumida, recordando así, a través de 36 películas, la presencia de los cigarrillos de la risa en la cinematografía española. Que disfruten con y de la lectura.